domingo, 11 de abril de 2010

La muerte digna

Andalucía ha dado el primer paso para que España se incorpore a la práctica sanitaria europea de que los enfermos terminales realicen su tránsito sin dolor.
Alberto Moncada. Sociólogo. Es una legislación que obliga a los hospitales a tener organizados los cuidados paliativos, a que los médicos sepan hacer más llevadero el trance no solo a los pacientes sino a sus familias.
Morirse es inevitable pero durante mucho tiempo fue también muy doloroso. En países católicos como el nuestro había una cultura que favorecía la idea de que el dolor es beneficioso para la purificación espiritual del paciente, una especie de anticipo del purgatorio para penar por nuestros pecados y así enmendar nuestra conducta cara al Juicio final. El sufrimiento ha sido, para el catolicismo, el compañero inevitable de nuestro paso por “este valle de lagrimas” porque la verdadera vida, la vida de alegría y satisfacciones queda para el más allá.
Esta antropología cada vez tiene menos aceptación, incluso en España y nuestros jóvenes incluso parecen negar la cultura de sacrificio por lo que la vida les trata peor que a nosotros, con nuestra aprendida capacidad para la resignación. Precisamente una de las claves de la verdadera educación es aprender a conjugar el principio del placer con el principio del deber. No existe convivencia posible sin que sepamos tomar esa senda de la responsabilidad personal que se mueve entre ambos principios.

En Europa se abre paso la eutanasia, como forma de suicidio voluntario, que ratifica que somos nosotros, en último término, los que tenemos que decidir sobre como debe terminarse nuestra vida.

Continúa en Revistafusion

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