Cada mañana la prisa es, para niños y mayores, la excusa perfecta con la que esquivar la primera comida del día. El desayuno es poco relevante, incluso prescindible, en miles de hogares. Un café de corrido o un solitario vaso de leche son las versiones más habituales, y del todo insuficientes, con las que arrancan la jornada millones de personas. Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, el 6,2% de la población infantil y juvenil no desayuna habitualmente. A media mañana, es cuando el cuerpo empieza a sentir las consecuencias de no haber desayunado: falta de energía, de concentración, desvanecimiento y mal humor. En los más pequeños estos efectos se pueden agravar: desayunar de forma equilibrada es la primera medida que previene la obesidad infantil. Los expertos en nutrición de Consumer Eroski recuerdan que es necesario desayunar todos los días y que la primera comida del día debe incluir lácteos, fruta y cereales (mejor integrales).
Al inicio del día, el organismo lleva entre 8 y 10 horas sin recibir ningún alimento y el déficit de glucosa -el principal combustible energético para el cuerpo- se empieza a notar. Saltarse el desayuno o desayunar con excesiva frugalidad implica empezar el día con nuestra reserva de fuerzas bajo mínimos. La falta de glucosa empuja al cuerpo a quemar otras fuentes energéticas, con el peligro de que el organismo sufra alteraciones. La falta de vitalidad, el cansancio y la apatía son los síntomas más evidentes. Pero hay más. En edades escolares, acudir al colegio en ayunas condiciona de manera negativa el aprendizaje y repercute en un descenso del rendimiento. La capacidad de expresión, de memoria, de creatividad y de resolución de problemas quedan también afectadas.
Las personas que desayunan se mantienen dentro de unos límites de peso saludables en mayor medida que las que omiten esta ración. El reparto de calorías durante el día en 4 ó 5 comidas contribuye a que no se sobrecargue ninguna de ellas, con lo que se evita la ansiedad y el picoteo entre horas, factores determinantes en el control del peso. Además, cuando transcurren varias horas sin probar bocado, los alimentos ricos en grasas, que añaden calorías sin aportar nutrientes valiosos, son los más apetecibles y los menos recomendables.
Continúa en: El Correo
miércoles, 24 de febrero de 2010
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