sábado, 6 de febrero de 2010

La gran mentira

NOS dijeron que iba a ser la peste del siglo XXI. Que sus efectos mortales iban a ser similares a los que causó la viruela hasta el descubrimiento de su vacuna. Nos asustaron con las cifras de muertos que, supuestamente, asolaron el hemisferio sur durante nuestro verano, su invierno, para hacernos caer en la tentación de buscar el remedio que ellos guardaban y al que tenían que dar salida antes de que cumpliera su periodo de caducidad. Toda la industria farmacéutica se apuntó al carro. Vendieron millones de mascarillas para evitar el contagio. Colocaron en todos los colegios millones de litros de un supuesto jabón especial que prevenía el mal. Nos quisieron hacer comulgar con ruedas de molino. Y los medios de comunicación, imbuidos del espíritu de Molière y El Enfermo Imaginario, nos curamos en salud advirtiendo sobre la llegada del Apocalipsis. Publicamos historias de cómo hacer frente al terrible mal. Hablamos con los primeros afectados. Dimos cuenta, uno tras otro, como un goteo macabro, de las víctimas mortales que generaba. Nunca antes se había publicado que "fallece un hombre por cáncer de pulmón" o "pierde la vida tras sufrir un infarto de miocardio". Nos creímos, sin contrastar, todas las falacias que nos quisieron contar. Y ahora, cuando la industria farmacéutica ya ha hecho negocio, cuando millones de euros han cambiado de manos, nos echamos las manos a la cabeza y denunciamos la gran mentira. Hasta que la historia, con otra gran amenaza para la humanidad, vuelva a repetirse. Hasta que surja la mutación de la gripe A
JOSERRA CIRARDA - Miércoles, 27 de Enero de 2010

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