jueves, 18 de febrero de 2010

Internet y la depresión

Conectarse compulsivamente a las redes sociales como Facebook, Twitter, o cualquier otra de la que seamos usuarios, como también iniciar una partida en PokerStars antes de revisar nuestro correo, pueden ser signos de una depresión que nos acecha (sin darnos cuenta, claro), tal como anuncia en su reciente trabajo la Universidad de Leeds (UK). Estas conclusiones coinciden con el famoso y polémico Estudio Pittsburg que fuera publicado hace algunos años por The New York Times y que la comunidad internacional se encargó de refutar con énfasis, argumentos valederos y resultados prácticos. Hoy la discusión vuelve a estar en el tapete y queremos saber tu opinión.

"El uso de Internet disminuye las relaciones sociales y provoca: aislamiento social, soledad, y depresión". Ésta era una de las principales conclusiones del estudio Pittsburgh, realizado por Robert Kraut y sus colegas de la Universidad de Carnegie Mellon. El estudio fue publicado en el número de septiembre de 1998 del American Psychologist y ya el 30 de agosto el New York Times reproducía sus principales conclusiones: "Un mundo triste y solitario descubierto en el ciberespacio", rezaba el titular. Todavía hoy es frecuente encontrar en cualquier medio periodístico, noticias o comentarios alarmantes sobre los posibles efectos nocivos de Internet y como inciden en la salud psíquica de las personas. Si fuera cierto, la principal implicación del estudio sería la inmediata necesidad de implantar políticas sociales encaminadas a prevenir los efectos nocivos de Internet sobre la salud mental de las personas y las entidades gubernamentales parecen estar poco abocadas a esta tarea.

El estudio Pittsburgh estaba hecho con una muestra de personas sociables y participativas, en las que se observó que tras dos años de utilización de Internet, estas habían disminuido de manera pequeña, pero significativa (en palabras de los propios autores), su nivel de participación social y de bienestar psicológico. Por supuesto que las críticas al estudio no se hicieron esperar. Era muy lógico interpretar que el aislamiento, la falta de concentración en otras actividades y la abstracción de los espacios dentro del mundo que solían frecuentar estaban siendo ocupados por los nuevos hábitos cautivantes que les ofrecía una red en crecimiento exponencial, tanto en contenidos culturales de toda especie, como en cantidad de herramientas de comunicación virtual (chat) que crecían como hongos tras la lluvia (recordemos la época: 1998).

uienes no logran entender qué clase de magia utilizamos para comprar las entradas de un recital de Metallica desde el teclado, o acceder a los mapas del servicio meteorológico y saber con exactitud donde está lloviendo en este momento y si debemos salir con paraguas a pesar de estar bajo un intenso sol de mediodía. De todos modos, siempre existe gente que se encarga de advertirnos sobre las consecuencias nocivas y los peligros que puede acarrearnos un uso compulsivo de la red. De hecho, la adicción a la red podría ser incluida en la edición de 2012 del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, que profundiza y aglutina este tipo de dolencias y que publica la Asociación Americana de Psiquiatría. Este manual sirve de guía o como libro de cabecera de la mayor parte de los psiquiatras del mundo.

La doctora Catriona Morrison, de la Universidad de Leeds (UK), autora del reciente estudio sobre estas alteraciones emocionales causadas por el uso de la web dijo: "Internet ahora juega un papel enorme en la vida moderna, pero sus beneficios son acompañados por un lado oculto y oscuro”. "Mientras muchos de nosotros utilizamos Internet para pagar facturas, realizar compras y enviar mensajes de correo electrónico, hay un pequeño subconjunto de la población que tiene dificultades para controlar cuánto tiempo pasa en línea, al punto que esta actividad interfiere, en forma negativa, con sus costumbres diarias". Estos "adictos a Internet” (grave problema que enfrenta China actualmente con 24 millones de jóvenes de entre 18 y 23 años) han estado pasando el tiempo navegando en forma prioritaria sobre páginas de contenido sexual (la banda ancha y el streaming están desarrollándose a tal velocidad que pronto terminarán manchándote si no estás atento a la acción), sitios de juegos de azar en línea y las redes sociales que son las que se llevan todas las atenciones entre la población adolescente y juvenil. Estos considerados “adictos”, según el estudio, tenían una mayor incidencia de depresión moderada a severa respecto a los que se pueden considerar como usuarios no adictos.


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1 comentario:

  1. Pues vaya... siempre controlando e interpretando las pulsiones del ser humano. Las etiquetan y las meten en un frasco, las catalogan y las ponen la marca de lo bueno o malo.No podemos zafarnos de la causalidad ni reponer los estragos que causan en nosotros tantos "dictadorcillos".
    El problema en este caso no es el qué, es el porque.
    Los que están manejando el porque son los que determinan precisamente, que es un comportamiento patológico, y son, además, los que por causalidad viven de ello.

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